lunes, 8 de noviembre de 2010

Capítulo XV (Parte I)

Habían pasado días, semanas hasta llegar al 31 de mayo. La primavera ya agonizaba y las altas temperaturas que impregnaban las mañanas en aquel paraje presagiaban un caluroso verano. Había transcurrido una gran cantidad de tiempo desde su entrada en esa familia hasta ese momento, ya se había integrado en la manada, era uno más. Aquella mañana el Sol radiaba con una luz especial, nueva y profunda que llegaba hasta los corazones de la gente iluminando hasta el más recóndito rincón de oscuridad en ellos; era una señal, un pellizco que hacían a Cosow sentirse vivo en ese sueño que vivía. El muchacho se dirigió hacia el bosque a pasear, dar una vuelta por allí antes de que llegase la hora de comer junto a los demás.
-Cosow, ¿dónde vas? -preguntó Sêra-.
-Al bosque, quiero dar una vuelta.
-¿Puedo acompañarte?
-Si es lo que quieres adelante.
Ambos se pusieron en camino cabizbajos pensando cada uno en sendos problemas e ideas. A ella le encantaba hablar con Cosow, era como tener a un filósofo a su disposición las veinticuatro horas del día y, además, era guapo, no como los que tuvo que estudiar en su época de estudiante.
-¿Cuántos años tienes, Sêra?
-Veintiuno, ¿tú?
-Tres menos.
-Pues hablas como si tuvieras muchos más y una experiencia aún mayor.
-He tenido diversas experiencias pero no tanto como para considerarme un filósofo como mi hermano.
-¿Tienes un hermano? ¿Cómo se llama?
-Rashkolnikov, tiene dos años más que tú y él sí que estudió Filosofía en la universidad de ****.
-Un día me lo presentarás, ¿no?
-Si lo encuentro sí.
-¿Trabajas en algo?
-Iba a la universidad, estaba haciendo Medicina pero ya pensaba en dejarlo.
-¿Por qué, no te gusta?
-Sí, pero prefiero trabajar a estudiar sin tener rumbo. No me veía salvando vidas cuando detesto a la gente que salvo.
Cosow estaba deprimido aquellos días; desde hacía unos días se sentía decaído, con ganas de huir, irse con sus cascos y su música en un saco y perderse por el mundo. Ansiaba viajar, escaparse a otro país y aprender de otras culturas, vivir sintiéndose libre, sin ataduras. Los días se le hacían largos aún teniendo pan en la boca y algo por lo que vivir: Dôrya. Había tratado de quitársela de la cabeza de todas las formas posibles pero ninguna dio resultado; añoraba los días que pasaba con ella en la cafetería de la universidad hablando de nada e intercambiando miradas perdidas. Tiró hacía tiempo el móvil, así que no tenía otro medio de comunicación con ella que ir a la ciudad y buscarla pero no sabía cómo se presentarían las cosas allí; si estaría enfadada, si lo recibiría con los brazos abiertos… eso era lo que le hacía dudar sobre si ir o no a hacer una visita a sus amigos y conocidos. Finalmente, tres días después se decidió a ir en busca de sus amistades olvidadas y recuperarlas. Querían acompañarlo, pero él prefirió ir solo, pensó que sería lo mejor para poder tener total libertad de expresión con ellas. Llamó a la puerta de Dôrya con el corazón a punto de salírsele por la boca de un momento a otro. Abrieron la puerta y allí estaba ella, con su cabello largo y sus verdes ojos que cautivaron al muchacho que Cosow llevaba dentro antes de su encuentro con su nuevo ser.
-Hola, Cosow, ¿qué quieres?
-Vine a saludarte, invitarte a tomar algo y hablar sobre nada, ¿te apetece?
-Vamos.
Cosow sonrió, la primera vez en mucho tiempo, más de una semana. En el trayecto hasta el Pulce no mediaron palabra, reinaba un silencio incómodo que aderezaba a la tensión que anidaban ambos en lo más profundo de ellos mismos. Al llegar allí comenzaron a hablar fingiendo no haber pasado nada semanas antes.
-¿Por qué has vuelto?
-Porque sí, os echaba de menos; a todas.
-¿A mí también? ¿Incluso después de lo que te hice?
-Sí, he comprendido que no estuvo bien lo que le hice al muchacho y lo siento.
-¿En serio?
-No, pero igual así podrías pensar que había cambiado algo.
-Eres estúpido.
-Seguramente, pero ¿acaso me afecta?
-Veo que no.
-Pues ya está. He venido a tratar de recuperar la relación que tuvimos; sé que no será exactamente igual, pero algo mejor que ahora sí.
-Buscas lo imposible.
-Lo sé, pero suelo conseguirlo; te enamoré, ¿recuerdas?
Dôrya giró la cabeza y dejó ver bajo su mano una sonrisa leve pero que subió el ánimo de Cosow hasta más allá de las estrellas. Comenzaron a hablar sobre los días que estuvieron sin hablar, qué era lo que habían hecho… tratando siempre de esquivar el espinoso incidente que ocurriera semanas antes. Cosow tuvo que inventarse algo rápido cuando le preguntó qué había hecho ese tiempo y por qué llevaba cortes y magulladuras en los brazos, cara y piernas. Según él, había estado pensando solo en el bosque y cayó colina abajo un día por un desafortunado resbalón. Parecía habérselo creído todo y el muchacho respiró aliviado al ver su cara de confianza en él. Pudo ver algo en sus ojos, unos deseos de recuperar lo que un día tuvieron inmensas pero distantes, se veían a lo lejos y él pensaba rescatarlas de lo más profundo de sus pupilas y lo conservaría para siempre, hasta más allá de que termine la eternidad.

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