viernes, 15 de octubre de 2010

Capítulo II (Parte II)

Al sonar la campana de la vieja iglesia, en la plaza Koshya dando las 6:00 de la mañana en aquel sucio barrio de ****, los dos hermanos sufrían el fuerte efecto de Morfeo sobre sus párpados. En un vano intento por continuar en pie, Cosow terminó en el suelo borracho por las miles de luces que brillaban y bailaban a su alrededor aquella noche.
Rashkolnikov pensaba en la nada cuando le vino a la mente el pensamiento de convertir a su hermano en un hombre. Le parecía que ya era hora. Preguntole lo que pensaba sobre eso y a Cosow le vino a la cabeza una pequeña conversación de un libro de Charles Bukowski:
"- Venga, sé un hombre, únete al Ejército y conviértete en marine
- No me seduce la idea de ser un hombre."
Pensaba que ser un hombre no era precisamente lo que necesitaba en ese momento, sino una cama bien mullida y algo para anestesiar aquel dolor. La Muerte misma le servía.
- ¿Qué le debería decir para contentarlo? -se preguntó a si mismo Cosow-.
No dijo nada. Ignoró la pregunta y siguió andando algo más rápido que su hermano con el fin de abrir la puerta y desplomarse sobre la cama lo antes posible. Un manto de estrellas cubría el cielo aquella noche. El viento soplaba de tal manera que el olor de la marea de la ciudad de **** podía olerse a cientos de metros. Él era consciente de todos los problemas que reinaban en el mundo aun que la única que le preocupaba era su desdicha. Su pobreza provocada por su último fracaso sentimental; tema sobre el que no acostumbraba a tratar con cualquiera, solamente con su hermana y en contadas ocasiones.
Analei vivía en la memoria de los dos hermanos.

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