sábado, 16 de octubre de 2010

Capítulo VI (Parte V)

Cosow abrió el libro por la primera página, el prólogo y leyó esto:
"Comencemos diciendo que el mundo está lleno de ignorancia, hipocresía, maldad, tristeza… múltiples aspectos negativos que no llegan a contrarrestar ni mínimamente lo positivo del mundo, si es que hay de eso. Según la gente es difícil cambiar el mundo, pero ¿por qué? ¿Porque nadie puede? Yo he llegado a la conclusión de que no. Comenzar es fácil; lo difícil es continuar. Es como quien escribe un libro y tiene cinco páginas, piensa que lo continuará, y continuará… hasta que llega un momento en el que lo deja, por falta de tiempo mayormente. Así que por esa regla de tres, no cambiamos el mundo por falta de tiempo. ¿Necesitamos tiempo? Vivimos en un mundo gobernado por las prisas y acomplejados por risas de aquellos que no comparten nuestra manera de pensar. Hipocresía es lo que ahora está en alza en cuanto me rodea, ignorancia lo segundo; y ambas, llevan a la maldad. La tristeza… la ignoro por la hipocresía que suele desprender al decirle a la gente que no recuerden por dolor y luego hacerlo tú, o peor.
Riámonos de lo que nos hacía llorar y lloremos, de risa, de lo que nos desternillaba de tanto reírnos."
Eso ponía en la primera página del libro.
-¡Suelta ese libro! ¡No lo toques!
-¿Por qué? ¿Qué pasa?
-Es algo que no debes tocar nunca, ¿me oyes?
-Pero ¿por qué?
-Porque no -sentenció Rashkolnikov-.
Cosow se fue, indignado, a su habitación pensando que fuera como fuera leería ese libro algún día; incluso se lo prometió a sí mismo. Ese día no estudió, se pasó el día entero pensando, escuchando música y pensando mucho más. Pensó, básicamente, en Dôrya. Aquella chica le quitaba el sueño y la razón; la poca que le quedaba ya.
Durmió hasta el día siguiente.

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