viernes, 15 de octubre de 2010

Capítulo VI (Parte III)

Subía Cosow, dirigiéndose hacia su casa, por la calle Smert cuando miró hacia la derecha, casi al fondo de la Dask, y se fijó en que la puerta de aquel caserón abandonado estaba abierta. Comenzó a pensar hasta recordar algo que olvidó de comentar con Rashkolnikov, así que siguió calle arriba corriendo a la máxima velocidad que sus piernas le permitían para hablar con su hermano. Timbró, ya que se había olvidado de las llaves sobre la mesilla por las prisas, pero nadie contestó; por lo que llamó por teléfono sin obtener respuesta alguna unas tres veces hasta desistir. Se sentó en la escalera delante del portal y lo esperó. Rodka llegó tarde, sudando y exhausto sin saber que lo estarían esperando tan cerca.
-¿Dónde estabas? Llevo esperando desde las 14:30 y no he comido. Y ya son las 17:00, ¿eh?
-¿Para qué te di las llaves?
-Se me olvidaron en casa.
-¿Y es mi culpa?
-No, pero…
-Pues ya está. A ver, ¿qué me quieres contar?
-¿Cómo sabes eso?
-Cosow, llevo años en esto.
-He recordado una cosa observando la mansión de los Borg.
Rashkolnikov se quedó helado, no sabía qué decir, pero sin titubear preguntó con la mayor naturalidad posible:
-¿Qué recordaste?
-La señora Borg… esa cara… era la misma que apareció en mis sueños.
-Ah, ¿sí? -preguntó tranquilizado su hermano mayor-.
-Sí, pero sigo sin entender ninguno de los sueños que tengo últimamente.
-Bienvenido al club. Eso, con el tiempo se dilucidará; no tengas prisa.
-Bueno, está bien. ¿Abres la puerta y comemos algo?
-No tengo hambre, así que me daré una ducha y me acostaré.
Le dio las llaves a Cosow y rápido, escondió un pañuelo con las iniciales A.S.K. en el mismo bolsillo que la foto y subió a casa. Un cuarto piso, tan alto y sin ascensor, no era una motivación para nadie y menos para quien padece nostalgia crónica y pena continua teniendo que sobreponerse y fingir ante los demás para que no preguntase metiéndose en sus cosas. Se metió en la ducha por un lapso de más de media hora; necesitaba pensar y el agua lo relajaba. El agua y el fuego. Cuando salió del baño paso por la cocina siendo observando con intriga a su hermano.
-¿De dónde venías?
-¿Yo? De dar una vuelta.
-¿Seguro?
-Sí, ¿por?
-Por el pañuelo que vi, los escalofríos que sentiste durante la conversación cada segundo y la manera de hablar, el tono.
-Pues no sé, yo estoy como siempre. Pasé por el Pulce a tomar algo con un antiguo compañero de clase.
-¿Rohn?
-Sí.
-Está bien, pero que sepas que sé que Rohn no ha estado contigo, lo he llamado mientras te duchabas.
-¿Lo has llamado? Es mi amigo, no el tuyo, y no tiene que aguantar tus tonterías.
Cosow quedó pensativo y contestó:
-De verdad Rashkolnikov, estás rarísimo últimamente.
-Ya ves, cosas de la edad, hermano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario