lunes, 25 de octubre de 2010

Capítulo VIII (Parte III)

Lo reconoció porque tenía el pico torcido hacia la derecha como por un golpe. Salió de la cama, abrió la puerta y corrió pasillo hacia delante buscando la habitación de sus padres. La casa se hacía cada vez más pequeña y no encontraba el momento de llegar a su habitación, abrir la puerta y encontrarse a sus padres con los brazos abiertos a recibirlo y devolverlo al mundo real, pero una situación terrorífica se le apareció: sus padres estaban siendo devorados por cuervos y cosas que parecían marionetas manchadas de la sangre de sus progenitores. Los mismos seres que habitaban la casa de los Borg. Nunca podría olvidar esa visión.
Las supuestas marionetas se giraron y se movieron lentamente hacia el muchacho mientras por el otro lado volaban los primeros cuervos. Los esquivó escaleras abajo hasta llegar a la cocina y coger un cuchillo con el que defenderse de sus agresores. Estaba sangrando, tenía una pequeña herida a la altura del estómago que le impedía correr con extrema agilidad. Se apoyó en un cajón de la cocina escondido entre alacenas cuando se quedó dormido. No soñaba nada. No pensaba en nada. No sentía nada. Absolutamente nada. Pero le extrañó y sobresaltado se despertó viendo como era presa de las garras de los seres malignos que habitaban esa casa en ese momento. Pensando que sufriría menos si se cortaba el cuello con el cuchillo de su mano se lo llevó a la garganta y cuando iba a hacerlo apareció el primer cuervo, el que un puñetazo suyo alcanzó. Estaba sangrando el pequeño animal y mientras se acercaba al muchacho cojeaba por culpa del mismo. Abrió la boca y de nuevo se escuchó la voz de un hombre pidiendo ayuda, cayendo en la cuenta de quién era reconoció la voz de su padre con los gemidos de su madre de fondo, pero esta vez no sólo decía eso, sino que añadió: "Cosow, ¡ayúdanos por favor!".
En ese momento comprendió todo: la bandada de pájaros que lo atacaban a él y a sus padres eran enemigos y el cuervo que lo visitó al principio quería advertirlo para poder salvar a sus progenitores pero él lo que hizo fue rechazar la ayuda del ave, así que cuando el cuervo cerró la boca, pasaron exactamente cinco segundos de tensión aun mayor que la anterior. Lo sabía por el reloj de la cocina. Al finalizar esos segundos, una de las marionetas le dio un puñetazo a su mano quitándole el cuchillo y el cuervo se lanzó hacia el ojo del muchacho arrebatándoselo dejando que el Cosow se retorciera de dolor entre los seres de la cocina. Cuando se dio volvió en sí, los cuervos empezaron a devorarlo y las marionetas a demacrarlo de forma que no se notaba que fuera el mismo chico de siempre. Despertó.

Los sueños que vivían en su mente lo perturbaban cada día más.

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