viernes, 15 de octubre de 2010

Capítulo III (Parte II)

"Veinticuatro de marzo, 16:15" ponía en el pequeño y único reloj que tenían en casa; colgado con un clavo doblado y oxidado en una pared de la habitación de Cosow. Su hermano no vivía pendiente del tiempo; cuando quiere comer, come, cuando quiere dormir, duerme, cuando quiere; y cuando quiere salir, sale. El pequeño era lo más preciso en lo que pudieras pensar; los "tic-tac" daban ritmo a sus latidos y los números le recordaban fechas, lugares… le recordaban recuerdos.
-Bueno, ¿cuándo quieres empezar a estudiar? -preguntó Rashkolnikov frotándose las manos-.
-En cuanto pueda.
-Está bien. Ven a la sala; allí estaremos mejor.
Los dos hermanos iban hacia la sala uno detrás de otro. Cosow lo miraba con orgullo. Orgulloso de portar genes similares y compartir sangre. Estaba todo preparado. Una libreta, un bolígrafo rojo, otro azul, uno negro y hojas sueltas.
-Para empezar… te puedo enseñar los pronombres personales. El sujeto de toda la vida, vamos. Por orden: "ich, du, er/sie/es, wir, ihr y sie".
Así se tiraron todo el día, todo el sábado. A las 23:30 de la noche, Cosow miró el reloj de su habitación y le dijo a su hermano:
-Ich weiß, Deutsch.
- Già vedo, ragazzo. Resta sapere piu idiomi, come me.
-¿Cómo dices? -preguntó entre risas-.
-Búscalo en algún diccionario, muchacho.
Rashkolnikov era un virtuoso de la música, literatura y los idiomas. Desde que era pequeño ha leído obras de autores diversos, como Franz Kafka, Charles Bukowski, Fiódor Dostoyevski, Hemingway. En cuanto a poesía, Miguel Hernández, Vladimir Maiakovsky y Edgar Allan Poe eran sus preferidos. Por último, la cumbre de su pensamiento y gozo la ocupaba Shakespeare. Era un artista sin igual en todos los sentidos.
En cuanto a los idiomas, ha estudiado muchos a lo largo de su vida: inglés y alemán suficientemente bien, ruso casi perfecto, como el rumano y bosnio; lenguas clásicas como el latín y el griego durante cuatro años. Pasó un año en Milán y Roma. Estudió cuatro años de francés en la Krog y mientras, lo compaginaba con el gaélico que estudiaba por internet, escribiéndose con un amigo de Gales, de la capital, para practicarlo. Prácticamente sabe hablar en todas las lenguas. Puede comunicarse con cualquier rincón del mundo en cualquier momento.
También escribió algunos poemas o rimas sueltas a lo largo de su vida que nunca logró a valorar lo suficiente a diferencia de sus amigos o las personas que observaban sus trabajos en clase, mientras el profesor explicaba y él lo ignoraba sumido en su mundo de pluma e imaginación.
Rashkolnikov es, simple y llanamente, un intelectual en estado puro.

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