sábado, 16 de octubre de 2010

Capítulo VI (Parte IV)

Sonó el teléfono de repente. Un sonido agudo y apagado por la antigüedad. Rashkolnikov cogió aquel objeto roto con un marrón decolorado casi invisible.
-¿Si?
-¿Está Cosow?
Lo miró, indeciso, y le respondió que no, que no estaba. Colgaron.
-¿Quién era? -preguntó, el pequeño, intrigado-.
-Mamá.
Se miraron durante segundos que pasaron como horas en aquel habitáculo con odio. Odio, rabia y repugnancia.
 -Mamá está muerta.
-¿Y quién la mató?
Un mudo silencio impregnó la habitación durante exactamente tres minutos y dos segundos hasta que Rodka dijo:
-Olvídalo, era un amigo mío.
Cosow se fue, corriendo. Llegó a casa de Dôrya, media tarde con el primer Sol desde hacía meses, timbró en su piso e hizo que bajara tras mucho insistir. Le contó lo que le había ocurrido entre salir de clase hasta ese momento y ella, se interesó, falsamente.
-Así que tu madre está muerta…
-Los dos. Una larga historia.
-¿Me la cuentas? -preguntó con una sonrisa de buena chica-.
-Otro día. No me encuentro con ánimos.
-Está bien, como quieras.
Subió las escaleras sin mediar palabra dejando al chico con una cara de idiota que no podía más. Al ver que no le hacía nadie caso volvió a casa. Habían pasado unos dieciocho minutos más o menos. Veía parejas felices, abuelos que parecían haber envejecido juntos y por primera vez en su vida sintió algo: envidia. Celos por tener a alguien con quien compartir su tiempo, sus ilusiones, sus sueños; alguien en quien derramar todo el cariño que guardaba desde hacía tanto tiempo. No tenía nada, sólo un hermano con el que nunca había probado a hablar seriamente aunque sabía que podría hacerlo en cualquier momento, ya que Rodka es serio ante y con todo. Al llegar a casa su hermano no estaba, se fue.
Volvió a sonar el teléfono.
-¿Si?
-¿Cosow, eres tú?
-Sí, ¿quién eres tú?
-Soy Dôrya. Nadie me respondió antes cuando llamé y me extrañó.
-Sería cuando se fue mi hermano. ¿Hace cuánto fue?
-Veintiocho minutos exactos.
-Pues sí que estaba y respondió al teléfono.
-A mí no me habló ni contestó nadie, ¿eh?
-Sería otra persona la que llamaría.
Unos minutos de silencio.
-Acabamos de estar juntos -dijo Cosow-, ¿para qué me llamas?
-¿Cómo que estuvimos juntos? Si yo no bajé desde por la manaña.
-¿Cómo que no?
-Es más, ahora mismo no estamos ni hablando.
La pupila del chico dilató tanto que casi cubría todo el iris.
Despertó sobre la mesa de la cocina. La cara llena de migas de pan del desayuno de su hermano. Miró hacia la sala y allí estaba Rashkolnikov, leyendo un libro. Dejó el libro sobre el sofá en el que estaba sentado y fue al baño. Salió de la cocina el pequeño y fue a mirar qué libro era esta vez.
Leyó en la portada "Recuerdos de un día" con, como autor, las siglas de A.S.K.

No hay comentarios:

Publicar un comentario